
No hay nada más delicioso (y peligroso) que “mi almohada de toda la vida.” Ah… ese eterno debate entre la nostalgia y la salud.
Salud? Y es que acaso puede afectar mi salud?
Sí! Consúltalo Con tu almohada! Y deja que ella misma te responda si te está haciendo daño.
Cada noche, perdemos aproximadamente una tasa de líquido que va directo a
nuestra almohada. Para los escépticos: el líquido se compone de diferentes secreciones que producimos por ojos, oídos, nariz y boca (lamentamos ser tan explícitos, pero aquí nadie es cuerpo glorioso).
Y sigamos, porque esto apenas empieza.
Esa acumulacion de líquido, combinada con la acogedora temperatura de la almohada, la convierten en el ecosistema perfecto para la prolife¬ración de ácaros, virus y bacterias; todos nocivos para nuestra salud.
Sí. Ya nos imaginamos tu cara de terror al leer esto. Sin embargo, hay solución(es).
La primera: pregúntate “Hace cuanto no cambias tu almohada?” Si respondes que hace más de un año, o peor aún: no lo re¬cuerdas, es hora de recoger tu almohada, echarla en una bolsa roja y botarla con los residuos peligrosos.
La segunda: compra 2 protectores para tu almohada (para así tener siempre uno dis¬ponible cuando estés lavando el otro). El protector recoge en gran medida el líquido que perdemos y no lo deja entrar directamente en la fibra, retardando el asen¬tamiento de los ácaros, virus y bacterias.
Por tu salud y la de tu familia, recuerda cambiar tu almohada cada 6 meses.
1 comentario
Pingback: